martes, 9 de octubre de 2012

El principio de la historia

Ya os he comentado como empezó todo, pero quería explicaros que el verdadero "vicio" vino cuando hace ya un par de años descubrí el RPW, esto quiere decir: "Rol Por Web"

Como os comenté me dedicaba a jugar en mesa pero la cosa resultó algo difícil de compaginar, los horarios del trabajo, las relaciones con las amistades y sobre todo la coincidencia de horarios hacía difíciles las reuniones.

Un día, lleno de "mono" descubrí el RPW. Descubrí un lugar donde jugar al rol, y, aunque resultara lento al menos era continuo y permitía poder usar los más de 40 manuales que tenía en la estantería.

Además, lo bueno del RPW es que puedes dar más personalidad a tus personajes, darles un transfondo y reaccionar de mejor forma. Cuando juegas en mesa tomas las acciones más sensatas, pero no las tomas como personaje si no como jugador. Al hacerlo por web, la interpretación cobra más sentido y piensas más que estás creando una historia que jugando un juego.

En la primera partida en la que me introduje en RPW se llamaba El Legado Robado, la directora era una chica cuyo nik era M_C. Muchos de los jugadores que compartían conmigo aquella partida aún continúan jugando en otras que he creado yo o creadas por otro máster.

Aquella partida nunca llegó a terminarse, pero al menos me dejó un buen sabor de boca  y sobre todo me dejó uno de mis primeros personajes creados. Un monje llamado Ikka.

Ikka, ha participado en esta partida, en un torneo, en algún que otro dungeon crawley y actualmente está en juego en una partida recorriendo el mundo de Reinos Olvidados.

Aquí dejo su historia y transfondo.

IKKA, 



Ikka hijo de Mika, un soldado humano y Eleona, una mediocre hechicera humana fue criado en un ambiente cordial pero sin demasiados lujos. A poco de cumplir los 12 años conoció a Nim un amigo monje de su padre que tuvo que quedarse a vivir durante un tiempo con ellos.   

Todos los días Nim no paraba de entrenarse y meditar mientras Ikka le miraba desde su habitación. Observaba todos sus movimientos y todas sus acciones, hasta cuando el monje parecía que estaba en trance y que ni si quiera movía un párpado Ikka no podía parar de mirarlo. Pronto el monje tomó mucho cariño a Ikka y empezó a enseñarle algunas técnicas.
 

Un día, a los 14 años después de enterarse de que Nim había sido asesinado por un dragón negro habló con sus padres y les pidió que le dejasen marchar a entrenarse como monje a un monasterio que no estaba muy lejos de donde ellos vivían. Quería crecer y desarrollar su espiritu como monje, para así poder vengar algún día a Nim. 
 

Los padres de Ikka sabían que este día no iba a tardar en llegar y decidieron que cuanto antes empezase mejor sería para él. Mika le entregó unas botas, unos guantes, unos brazaletes, un amuleto  y un collar un tanto peculiar ya que fue un regalo de Nim para un el futuro de Ikka. Y es que ambos ya sabían que tarde o temprano tomaría este camino. Provisto de estos cinco extraños objetos Ikka no tardó mucho en ponerse en camino hacia el monasterio.
  

La tradición del monasterio era que cuando un nuevo miembro iba a ingresar en la orden se realizaba un combate entre el Gran Maestro y el último monje en entrar. Este combate se conocía como "La lucha del Principio y el Fin" y servía para que los monjes novatos conociesen hasta que punto podían desarrollarse sus habilidades y comprobasen todo lo que tenían que aprender. El combate fue breve y vio como el maestro fulminaba de un solo golpe al ex novato que llevaba ya varios años entrenandose. Ikka sorprendido decidió entregar todo su cuerpo y alma en su desarrollo como monje.
   Su avance fue muy rápido, mucho más que el de tantos otros, pero pronto fue retado para "La Lucha del Principio y el Fin". Sabía que iba a perder, pero quería, por lo menos, durar un poco más que aquel novato al que vió luchar en la misma batalla.  

El Maestro llegó al duelo junto con el novato, que más que novato era novata. Ikka se sorprendió ya que había pocas monjes en el monasterio y todas las que había le sacaban por lo menos una decena de años, pero ella... ella no... ella era la chica más bonita que había visto. Una elfa de ojos azules, piel verde pálido y cabello negro como la noche. Nunca había visto nada más bello en su vida y la elfa entró como una flecha directa al corazón del monje...
 

El Maestro comenzó el combate e Ikka estaba tan embobado mirando a la elfa que no resistió ni un asalto. De hecho perdió el conocimiento. Cuando se despertó en su habitación se acordó de la elfa y fue directo a buscarla. 
  Con el paso del tiempo la elfa, cuyo nombre era Iss, y él empezaron a mantener una relación, pero Iss quería mantenerlo en secreto. Un día Ikka se cansó, pensaba que Iss, siendo una elfa tan bella, no querría estar con un humano tan raro y mucho menos uno con unos ojos rojos tan extraños. Y un día decidió darle un beso en público, delante de todo el comedor del monasterio, para que todo el mundo fuese consciente de el amor que sentían el uno por el otro. Y estó fue su perdición.       


Cuando le dió el beso, todo el comedor se quedó completamente en silencio y el Maestro se acercó a él encolerizado. Ikka no sabía que la elfa resultaba ser la hija del Gran Maestro de todo el monasterio, y éste le obligó a abandonar y a no volver jamás por allí.   

Ikka se vió obligado a recoger todas sus cosas y abandonar el monasterio... ahora estaba solo y con el corazón roto. No podría jamás volver a confiar en nadie, ni en monjes, ni elfos ni nadie...    Estaba solo y para colmo al regresar a su aldea sus padres habían desaparecido sin dejar rastro alguno... Una nota escrita con una letra un poco rara decía: Estamos en Melvont...La nota estaba escrita a toda prisa y parecía estar sin completar. Lo tenía claro, no sabía la razón ni el porqué, pero quizá si viajaba a Melvont encontraría lo poco que le quedaba de su vida, su familia...

1 comentario:

  1. Comentarte que gracias a tí pude compartir otra cosa más contigo y seguir disfrutando, esta vez vía internet, de tu compañía : )

    Nunca olvidaré mi primera conexión a nacionrolera, jeje.

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